De la mano de un amigo oriundo de Cervera, acudí el dos de septiembre al cementerio de la localidad riojana para acompañar a quienes recuerdan una de las atrocidades cometidas por los franquistas contra los republicanos. Se conmemoraba el fusilamiento en una sola noche, de 29 de los alrededor de cien asesinados en esa zona por el “Alzamiento”. El cementerio se llenó de recuerdos contados en primera persona, emociones, ojos humedecidos. El ambiente, no obstante, era acogedor. Había paz y aunque resulte paradójico, no era la paz de los cementerios. Era la de quienes, más allá de cualquier militancia política, se mantienen fieles a unos ideales de solidaridad e internacionalismo; de quienes reclaman reconocimiento pero no claman venganza; de quienes aún sueñan con alguna de las parcelas de libertad defendidas por quienes reposan en aquel panteón colectivo.
De todos los recuerdos, hubo uno que me impresionó en especial. Fue el de Palmira
Milagros Rubio, en Tudela a 10 de septiembre de 2007
2 comentarios:
Está escrito con gracia y se percibe tu alma republicana
ya veremos
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