A Federico García Lorca
Un abismo de sombras se levanta
frente a la negra ausencia de tu duende.
Ahogáronse apenas en un tiro cien mil palabras nuevas.
La estéril muerte nos rasgó en tu boca cuantas lunas en llantos andaluces
por tan yermas traiciones silenciaran.
¿Quién va a cantar ahora, Federico, a la mujer sin cielo en sus entrañas,
al gitano que habita en los caminos y a los negros sedientos de justicia?
Se desvanece el sol del oprimido y una lluvia de llantos y navajas
se hiende sin piedad
en la esperanza hundida de tus versos callados para siempre.
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